No es habitual conocer en una residencia de personas mayores a un autodidacta con aires davincianos que lo mismo le da a la pintura, que a escribir, que a esculpir, que a diseñar estructuras en forma de belenes monumentales.Me siento afortunado por convivir con Justo Ortega. Este artista naural de Castronuevo de Esgueva (Valladolid) lleva cuatro años en un centro en que yo ejerzo como Encargado de Ocio y Tiempo Libre desde hace veinte y él se ha hecho con un merecido espacio en el corazón de los residentes así como con el respeto de toda la institución.Prolífico pintor (más de 200 cuadros se custodian en la Residencia a la espera de poder ser expuestos) deseo destacar hoy su faceta como escritor. Su último libro, “La triste espera”, nace de pinceladas descaradamente autobiográficas camufladas bajo la mirada de otros espectadores. El retrato de cómo un hombre de campo es inducido por su familia para ingresar a una residencia resultaría crudo y descarnado si no fuera por los guiños humorísticos con los que salpica la narración de los hechos.Cada año (desde hace tres) nos deleita con una exhibición de artificios belenísticos en los que los Reyes Magos figuran a lomos de Rocinantes y anacrónicos residentes, ayudados de andadores, se encaminan hacia el portal.Esperamos que su labor creativa, iniciada pasados los cincuenta años, y cuando acaba de cumplir los ochenta y cinco se mantenga por muchos años más.
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